Cristian Vedoy
A, Am, B, Bm, C, Db, Dbm, E, G, Gb, Gbm
¿Dónde dejo los vidrios rotos de esta mañana? ¿Qué es esta puesta de sol sin sol?
¿Cómo vuelvo a encontrarme con mis sombras al revés? ¿Dónde dejo los vidrios rotos de esta mañana?
¿Cuánto tiempo más resistiré navegando en estas tempestades?
Aunque a veces lo pienso y sin la tempestad no podría vivir.
¿Cuántas veces cambié tu nombre? ¿Cuántas veces cambié tu pelo?
y sin embargo nunca te pude encontrar. Y es que hay tormentas que ya son abrigo,
dolores que me llaman hogar. Te busqué mil formas en cuerpos, en vino,
y al final solo aprendí a naufragar. En cada dios disfrazado de abrazo,
en cada ola que vino a fallar, te busqué, te busqué sin descansar.
Te busqué en cada domingo que moría, en cada lunes que me sentía bien,
en cada martes de otoño, en cada miércoles pasado por la mitad, en cada día a cada hora
y a cada noche, en cada remolino del viento y en cada anhelo al borde de mis dedos, cada
beso y cada garicia al borde de mi lengua, te busqué, te busqué, y en cada intento
dejé pedazos míos. Imprimí tu rostro en cada corazón. Fui corazón y fui cruzando
mares con mapas vencidos, siguiendo un faro que nunca brilló. Y es que hay tormentas
que ya son abrigos de olores que uno llamaba. Busqué mil formas, en cuerpo, en vino, y
al final aprendí a naufragar, en cada dios disfrazado de brazo, en cada ola que vino
fallar. Te busqué, te busqué sin descansar. Te busqué hasta que entendí que era sólo un reflejo,
una promesa que me hice para no caer. Y aunque no estés, sigo dejando migas, por si alguna vez
quieras volver. No por si yo soy el que necesita encontrarse. O por si yo soy el que necesita
encontrarse. Tuiste Mario Bedón.