Jose Larralde
Bb, C, D, G, Gm
La tarde de mi llegada al pago de la realidad, apenas pude temblar las cuerdas de mi guitarra,
porque en medio de la farra no hay tiempo a desperdiciar, enseguida adiviné que ya el
turno me tocaba, tal vez si desafinaba no hubiera sido advertido, pero si de haber mentido hoy ni el
silbo me quedaba. Canté milongas y estilos, cifras tristes y relatos, por cada copla un
retrato de la vivencia paisana. Y nunca canté macanas de esas de pasar al rato. Nunca.